martes, 15 de marzo de 2011

Hablemos de... Sexo

"¿Maestro, cual es la condición que convierte al ser humano en un ser tan sexual a pesar de su raciocinio?" preguntan al erudito Socrates los transeúntes en su tertulia, "El amor" responde el sabio. "¿Y qué tiene el amor de sexual?". El maestro posa su mano en el mentón, recorre la habitación de extremo a extremo, repite el proceso y lentamente se detiene frente a sus oyentes.
"Si por amor se entendiere el sexo, el ser humano se convertiría en la simple representación del deseo consiente de poseer físicamente a una pareja". El pensador toma otros minutos, yendo y viniendo por la habitación, con cara de consternación en el rostro y un aire desairado. "Sin embargo, si se entendiere por sexo amor, el ser humano se convertiría entonces en una elevación divina de la realidad. Cuando un ser se vuelve capaz de entregar su corazón, su todo por amor, entonces el sexo deja de ser placer carnal para convertirse en don bendito."

La realidad humana ha transcurrido desde sus primeros pasos en un contexto aparente de sexualidad contra emoción.
Si recordamos el mismo día en el que Eva sedujo a Adán a tomar el fruto prohibido del jardín del edén, toda la raza humana el nacimiento de su sexualidad, al darse cuenta de su desnudez, la curiosidad humana los atacó y quisieron descubrir cual era el propósito de aquella belleza y atracción que encontraban el uno en la carne del otro, como si de repente se hubiesen transformado en caníbales sin cura.
Y sin embargo, la parte que omitimos es aquella en la que Adán le jura amor eterno a su pareja y a través de ese amor la sostiene entre sus brazos, y con pasión más aún todavía con delicadeza, la sostiene cerca de su cuerpo y la mira a los ojos con la misma ternura que aquella mañana cuando la miro sin frutos, sin desnudez sin nada excepto su perfección.
Y es el mundo entonces el que nos corrompe la mente, para enfermarla y volverla sexual. Y convertir de la sexualidad humana un tabú ridículo de intimidad carnal, cuando en realidad fue creado para convertirse en el símbolo más alto del amor que puede sentir un hombre por una mujer, o viceversa.
Ahora, el problema está en el momento en el que la humanidad se dio cuenta, que para copular con su especie, no hacia falta mayor acto de cortejo ya que los resultados terminaban siendo los mismos si su pareja sexual era una desconocida de hace 20 minutos en un bar o una amiga cercana de hace 20 años. Lo cierto es que, poco a poco se fueron desnaturalizando los conceptos tanto de amor como de sexo, hasta llegar a un punto en el cual los separaron, para que el uno pueda existir sin el otro de manera sana.
De todas formas, yo me pregunto cómo pudo haber vivido una humanidad sin valor moral sexual, definido y mantenido de manera aguerrida a su concepción original, mediante la cual un hombre estaba ligado a un poco más que un condón para decidir sus parejas sexuales, buscando entre los rostros circundantes no sólo placer sino también compañía, ternura, amor en sí en pocas palabras que sean fáciles de entenderse bajo el contexto en el cual el amor no conllevaba al sexo, y aún así, el sexo quería decir amor.
Pero eventualmente la humanidad olvidaría este pequeño detallito, los hombres y mujeres tienen corazones. Aquellos que te miran a los ojos antes que las piernas, aquellos que analizan tu sonrisa en lugar de tus caricias, llegando así a lo más profundo de tu alma, conquistándola a ella primero sin demandar tu cuerpo, de la manera más simple y desinteresada posible.
Es en ese momento que el método de búsqueda de parejas sexuales cambia para la humanidad, porque ya no solo se trata de encontrar alquien que valore el amor, sino tambien alguien que lo valore en ti, o el que tienes hacia el.
Sin embargo es casi imposible hoy en día hacerle entender a un hombre que una mujer prefiere las pequeñas cosas, aquel ramillo de flores que llevarías un día cualquiera sin razón sólo para que tuviera colores con los que adornar su habitación, aquel susurro loco en su oído. Las mujeres prefieren un hombre que las tome de la mano y no de los pechos al estar juntos.
De todas formas es casi seguro que la mayoría de los humanos preferirían no hablar acerca del sexo, el mundo es extraño y por alguna razón que no termino de comprender el sexo fue censurado para el mundo, donde se convirtió en uno de los más grandes y oscuros secretos que se encuentran en la vida de la gente.
El mundo le tiene miedo al amor, y por tanto lo sacó de la ecuación el momento de la copulación, como un método de simplificación técnica a través de la cual se eliminó una barrera que para muchos fue facilmente desechable. Y de esa manera se convirtió no en una demostración afectuosa, de confianza, respeto y cariño entre pareja. Sino una actividad cualquiera, mundana y vacía que solo tiene el mismo objetivo que cualquier otra babosada que se ha inventado el mundo, traerle placer a la raza humana con el menor esfuerzo y riesgo posible.
Comenzó toda esa porquería del sexo casual, eventualmente la gente empezó más y más a concurrir lugares, conocer personas y manchar sus sabanas con el sudor de algún extraño que cercanamente podría ser su fuente de alguna enfermedad putrefacta que le termine la vida. Pero al mundo no le importa escuchar sobre la falta de sentido y la insensatez que conlleva aquello, porque prefiere mantener las cosas calladas, como si no pasara nada aquí, en lugar de resolver el problema de lo de adentro lo intenta por afuera, cada vez mejorando los sistemas de control de natalidad, la protección el momento del sexo. Y no la que iría antes o después en la tripa. En el corazón.
El ser humano planteándose a sí mismo como objeto sexual, que porquería. En el momento en el que una raza amerita demostrar altura e integridad, sino moral aunque sea racional o emocional, defendiendo las cosas que llevan dentro por las que deberían poner primero las tripas y no las gónadas.
Quizá en algún punto hizo falta que alguien como Socrates explicara el sexo para la humanidad, y es posible que ni en ese caso lo entenderíamos como tal, como lo que es, o debería ser el amor. Sin entenderlo como el deseo carnal de poseer a alguien.
El amor no está basado en la atracción sexual de dos personas, y es incluso posible que funcione al revés. A veces no comprendo como el mundo puede tener el pecho tan vacío y la entrepierna tan caliente como para olvidarse del corazón el momento de mirar a una mujer a los ojos. Quizá incluso apareciere un brillo por los bordes de los mismos. Y en ese momento, el momento en el que mires a los ojos de una mujer antes que fijarte en el tamaño de sus senos, el momento en el que escuches el tono de su voz con más atención que la pasión de sus besos, el día en que el hombre saboree el beso de una mujer, con los ojos cerrados, con su mano junto a la de ella, con las entrañas temblando y el corazón tiritando, entonces encontremos el camino de vuelta a amar.