sábado, 25 de junio de 2011

NO MOLESTAR

No molestar, y ejercer la condición humana de ser y parecer como cualquier otro sin más un simple momento frente a un hombre atento y despierto. ¿Contentó? Es cierto, te enfrento para demostrarte mi posición más no convertirme en juzgador.

Disculpa si es duro, procuro no cansarte y mostrarte mi mundo que no funciona como el tuyo aunque quieras creerlo tendrás que verlo, entiendelo en mi no hay lugar para escusas. ¿No escuchas? Las disculpas son para el que compete y se siente el desgano, es en vano, no te quiero escuchar.

Y aprendes a pensar en esa persona que dijo estar para desaparecer, como aquella enredadera en tu puerta que decidió estorbar y crecer. Para dejar de creer que prometer es hacer y que decir es cumplir, si si, vamos a pulir y cubrir el detalle no vaya a quebrantar la voluntad de dejar pasar la oportunidad de seguir sin sacudir mucho las maletas, es malo recuerda, torcer la vereda y dar vuelta la cuenta a punto de terminar.

No molestar es dejar que cada uno se dedique a lo suyo sin decir ni querer convencer nada que no competa.




Caín

viernes, 17 de junio de 2011

TODO LO QUE SOY

"No te vayas", la mira a los ojos y como una explosión desgarradora de dolor salen las palabras de su boca. Se acerca para darle un beso, en esos, sus dulces labios. Con una lágrima esa que ella siente correr por la mejilla de él. La acaricia, la siente, la comparte y la hace suya.

Es esa condición, esa que obliga a abrazar como si el mundo se acabase el segundo próximo a llegar, esa tan extraña sensación, esa melancolía tan enamorada es la que nos lleva hasta el borde de la locura cuando finalmente comprendemos esa coincidencia, esa picardía del destino de juntar esas dos manos en el momento menos esperado y sin embargo el más preciso.

La abraza, ella asienta su cabeza en su pecho y el cierra sus ojos, se aferra a ella fuertemente y contiene dentro de sí ese grito desesperado, esa necesidad de no soltarla jamás. -Quedate conmigo-. No lo dice, la mira de frente, ella lo sabe, lo siente. -Sonríe-. Lo dice en lugar de las palabras pensadas anteriormente y como por arte de magia funcionan a la perfección, una sonrisa pequeña, hermosa se dibuja en aquellos labios, sus dulces labios. Lo siente, calor, esa paz, la calma de su tormenta, todos esos respiros que de rato en rato se necesitan acumulados en un sólo segundo frente a sus ojos.

Muchas veces es fácil, perdernos entre la penumbra de nuestras preocupaciones, de una despedida que adelantamos innecesariamente con nuestros miedos, la prisa que le damos al mundo frente a nuestro dolor quizá no resultaría sino una migaja caída de lo que realmente nos está matando por dentro.

-Todo va a estar bien-. No, no lo cree, es cierto y ella lo sabe, lo sabe bastante bien. Pero sonríe, sonríe al escucharlo. Porque sabe que mientras su corazón se destroza por dentro en mares sangrientos que imploran le pida se quede junto a él. Él la cobija, la arropa y trata de confortarla. Lo logra.
Es posible que no exista sentimiento más puro que el que lleva a un hombre a convencerse a sí mismo que, aunque muriéndose por dentro vale mucho más un "Todo estará bien", "Tranquila", "Yo estoy aquí" que un sucio y putrefacto "Esto me está matando", porque al decirlo ya estaría muerto por incrédulo y no habría nada que detenga el dolor de aquella a la que trata de calmar por su cobardía, su egoísmo.

La mente humana trabaja de tal manera que muchas veces nos es más fácil convencer al resto de las cosas antes que a nosotros mismos, pero ésta vez no. El mundo va más allá de eso frente a ella, y para bien o para mal las cosas serán como son; con dolor o sin el, pero junto a ella.

En muchas maneras, resulta inenarrable lo imprecisas que son las palabras cuando se trata de expresar aquello que apenas entendemos. Lo fácil que es sentirlo frente a tener que explicarlo. Y entonces el poeta bien podría no tener manos, de poco le sirven las letras y los trazos ahora, ahora que decidió hablar de eso que no tiene palabras.

Ese beso, ese "Te amo" desde dentro, esa caricia. Son la cúspide de la vida, en donde los sentidos todos se aguzan al límite entre la realidad y lo que sea que se esté viviendo. Ese corazón que palpita a toda velocidad en sus manos. Y ese dolor, esa mirada empalidecida y oscura, cuando nos nubla en la mente el oscuro pensamiento. Él lo conoce, derepente llega y él lo sabe. Una mañana llegará, en la cual no encontrará ninguna fuerza para levantarse de la cama y despertar frente a la realidad, de que un día, ese día ella no estará a su lado, no, estará lejos, lejos donde el vapor de sus lágrimas secas no llegue. Son cada uno a su manera, pequeñas piezas, grandes piezas, los eslabones que nos unen con nosotros mismos.

-Tomalo- La mira fijamente a sus ojos, esos hermosos ojos mientras toma su mano y se aferra a ella un segundo.-Es tuyo-. Y asienta su pequeña mano en su pecho.
-¿Qué?- Lo mira con destellos luminosos disparándose de su mirar.
...










-Todo lo que soy-.



Caín