miércoles, 4 de julio de 2012

MONSTRUO CITADINO


Caminaba por las calles
De una terrible ciudad.
Solitario y abnegado
A la convención social,
Cuando oí el clamor
De un metal sucio que
Evocaba el rugir de una bestia.

Un monstruo
De ojos cristalinos y ausentes.
De coraza impenetrable
Y de fauces insaciables.


Nos tragó con la ansiedad de un cetáceo
Cual kril
De 100 en 100
Entramos.

Era una bestia de estomago profundo,
Al cual todos fuimos arrojados
Con desprecio y humillación.

Dentro del monstruo
Ruge su metal eternamente.
Dentro del monstruo
Sollozan miles de guerreros derrotados.
Dentro del monstruo
Todos somos prisioneros del metal y del humo.


Me senté
Cuando empezó
El lamento doliente
De mil ángeles desplumados,
Atosigado por el demonio
Que acosaba a los prisioneros;
Deseando nuestros centavos,
Demandando nuestros centavos,
Necesitando nuestros centavos con el antojo vicioso de un adicto.

La desesperación.

La bestia estaba enferma,
En su cerebro un prión,
Maquinista descontrolado
Embriagado
De calor.
Decidí escapar,
El estomago de la bestia rebozaba en soledad.
Empecé a maquinar.
Saqué la espada que esperaba
En mi poemario y salté contra
La bestia. Escapé.
Y como yo miles de soledades más.

Todos somos monstruos
Llenos de soledad.


ESTEBAN YÉPEZ PASQUEL

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