Y vomito yo también de la náusea de la raza humana, como vomitan todos los poetas sobre el mundo de hoy, y vomitamos locos y frenéticos del odio y la desesperación. Vomito hoy yo y mañana vomitarás tú sobre mi vómito como una cadena de nausea furibunda incansable y perdurante en todas las generaciones.
Y hoy, yo danzaré sobre el vómito putrefacto de nuestros padres y sus liendres comiéndolo, sus liendres alimentandose de esta imparable porquería generacional.
Llevo las botas embarradas de la porquería que sale de las fauces de los hombres u salpica en mi danza victoriosa sobre la asquerosidad de lo profano.
Quiero dominar la obscenidad de la herrumbre que hoy nace de la ira en mi corazón y llamarla mi don y talento. Infectarme en todas las heridas con el agua servida más sucia de mis ciudades y beber hasta la última gota de la sangre asquerosa de sidosos y sifiíticos, intoxicarme la vida con lo más horrible de este mundo tan horrible hasta acabar con mi último poco de cristal que reluce y ser como las ratas la pesque infecte al mundo con mi poesía así de tóxica, siempre.
Danzaré alegre sobre el vómito de sus corazones y el de sus padres e hijos, alegre en mi decadencia embarrado de la porquería de toda una historia humana asquerosa.
Hoy me acostaré feliz sobre los gritos de los corazones que mueren pisoteados y se ahogan en su vómito universal de todos esos hombres destrozados que mueren desmembrados en todas las esquinas de esta PUTA CIUDAD.
Hoy me regocijo en el dolor de los creyentes y en la sangre de los pacientes que mueren goteando su dolor así, poquito a poquito en la tribulación de su triste y gonorréica realidad.
Vomitaré mis letanías sobre los padres de los padres y sobre Dios y los ángeles. Suplicando verdad en mis ojos arenosos que no soportan un día más de realidad intransigente.
Danzaré feliz sobre la porquería humana destrozando del amor las sonrisas a pisotones despiadados y destruiré del mundo los cristales de las vitrinas que protegen a tantos maniquíes deshuesados que se esconden detrás de sus miradas auto indulgentes. MIS BOLAS A LA AUTO INDULGENCIA.
¡CERDOS! Mil millones de cuerpos inhertes de cerdos sangrantes lluevan sobre mi porvenir.
¡ODIO! a la raza humana entera.
Hoy danzaré sobre sus nombres, imaginando sus rostros asquerosos mientras vomito incesantemente sobre TODOS USTEDES inclemente y descontrolado.
Hoy voy a perder el control, nena.
ESTEBAN YÉPEZ PASQUEL
pd: Un pequeño poema tóxico que escribí para el cumpleaños de mi mejor amigo Pedro Matías Paez. Haced esto en conmemoración suya.
pd: Un pequeño poema tóxico que escribí para el cumpleaños de mi mejor amigo Pedro Matías Paez. Haced esto en conmemoración suya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario